¡Buenos días!
El segundo día, después de cómo se nos había dado el turisteo improvisado, decidimos mirar el mapa que teníamos de Marrakech, y hacernos una ruta. El desayuno del Riad esta bastante bien, y es lo suficientemente completo como para aguantar hasta bien entrada la tarde.
Justo enfrente del Riad en el que estábamos, esta la mezquita de Kasbah, que tiene un minarete como el de la Koutubia pero más pequeño, y que casi nos mata del susto por la mañana cuando hicieron la llamada para el rezo.
Nos fuimos hacia la izquierda para empezar la ruta por la Puerta de Babagnou, que estaba justo nada más salir de nuestro Riad, a la izquierda. Es la zona sur de la ciudad, y supuestamente es una de las diez puertas de la muralla mejor conservada.
Volvimos hacia la zona del Riad, y a la derecha están las Tumbas Saadíes. Sino sabes que están ahí, pasarías por delante sin fijarte, porque parece que son ruinas. La zona que más llama la atención es el mausoleo del sultán Ahmed el Mansour. Es una zona muy tranquila, rodeada de pequeños comercios, y como todo Marrakech, llena de gatos.
No se tarda mucho en verlo… Salimos de las tumbas, rodeamos la mezquita y nos fuimos camino a la Place des Ferblantiers. De camino a la plaza, hay muchas tiendas y puestecillos. En la plaza lo que más encuentras son artesanías de hojalata de todo tipo: lámparas, farolillos, cubrebotellas, ceniceros… y puedes ver a los artesanos haciéndolos. Hay muchísimas terrazas en las que puedes hacer una parada y tomarte un té (o en mi caso, una cerveza que te cobrarán a precio de oro). La pena fue que estaban de obras en la plaza, así que tampoco pudimos disfrutar mucho del ajetreo que suele rodearla.
Después del mini descanso, pusimos rumbo al Palacio El Bahia. Me recordó, salvando las distancias, a La Alhambra de Granada.
Ya era la hora de comer, pero como habíamos desayunado bastante y tarde, seguimos andando. Además, con todos los puestos que hay, algún dulce probamos… los de pistacho, o los merengues son los que más me gustaron.
Perdimos mucho el tiempo por mi culpa en las mercerías que rodeaban los Palacios… Compré mucho material para pitimini, y elegir con tantos colores era imposible.
Lo bonito de Marrakech no son solo los sitios turísticos. Es más, a mi me gustaron más los alrededores, el estilo de vida, los puestos, las puertas de las casas, las estructuras de los edificios… Es lo que más me gusta de viajar, el observar lo que me rodea, pasear, conocer, perderse… y Marrakech es la ciudad perfecta para ello.
Llegamos al Palacio de Badi, tienes que ponerle mucha imaginación al Palacio, porque son puras ruinas. Es inmenso y la verdad es que impresiona; los jardínes que estan en el centro, como por debajo del nível del suelo y el estanque son lo que más me gustaron.
Después salimos hacia la Plaza Jemaa El Fna, que es como la salida en Ikea. En todas partes te la señala, pero te hace recorrerte toda la ciudad. Ahí cenamos en uno de los puestos que hay de comida, y dimos una vuelta por toda la plaza. De ahí no tengo fotos porque me quede sin batería.
Llegamos andando al Riad, que habíamos pedido cambio de habitación (para no volver a despertarnos de un ataque al corazón), y la sorpresa fue bastante agradable. Todas las habitaciones (por lo que cotillee, están fenomenal).
Espero que os haya gustado y os hayáis imaginado un poco que estabais por Marruecos.
La semana que viene, ¡MÁS!.
xoxo
P.